pasó sus últimos seis días de vida en reclusión en una capilla.
Durante seis días y seis noches, miles de faquires y peregrinos de diferentes países siguen una procesión por las calles cantando y autoflagelándose. Esta flagelación se compone de un ritual en la cual los ojos de los hombres son sacados unos centímetros de sus cuencas con objetos de metal afilados.
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