Un montón de cadáveres de rana sumergidos en un acuario y conectados a unos electrodos que les dan impulsos al ritmo de la música. Ah sí: y el tío que pulsa los botones lleva una bata de científico y una máscara de Jason Voorhees.
Al menos, eso sí, juran y perjuran que los anfibios venían de una sesión de disección y fueron reaprovechados.
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